Este año laboral ha comenzado para mí con un nuevo cambio, hecho que durante los últimos cinco años se ha venido repitiendo y que me ha permitido estar en diferentes contextos, realidades y desafíos variados.
El cambio me ha traído de vuelta a los inicios.
Estoy trabajando en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. El Pedagógico. Mi viejo y querido Pedagógico.
El mismo donde ingresé hace ya muchos más años de los que quisiera tener recuerdos. Cuando era una adolescente que estrenaba su rebeldía y pretendía ser autónoma
Venía de un Liceo de Niñas (con número en esos tiempos) de una educación bastante formal y protegida (aunque con los efectos de una gran Reforma Educacional), de una familia bastante rígida (lo normal en esos tiempos) en un contexto político y social muy particular (año 72, gobierno de la Unidad Popular)
Entré a estudiar Castellano, la verdad es que quería más ser escritora que profesora, pero en realidad quería muchas más cosas que el tener una profesión. El proyecto del país me hacía tener sueños de todos tipos, quería participar en los cambios que venían, quería aportar de donde estuviera, quería la construcción de una sociedad nueva con las oportunidades que yo había tenido para todos, quería cultura, trabajo, alegría, y todo lo que se proponía para el nuevo mundo en construcción.
Está claro que mis sueños se interrumpieron y debió pasar largo tiempo para retomar el camino, para intentar reconstruir a retazos una vida distinta, no aquella que tenía largos plazos y certezas. El Pedagógico fue un recuerdo por largo tiempo, los compañeros y amigos ya no estaban por distintas causas.
Años después pude (a diferencia de muchos otros) estudiar de nuevo e insistí, en ese momento la pedagogía fue prioridad y por fin logré convertirme en Profesora. Fue en la misma universidad pero no en el Pedagógico, sino en otro lugar, donde tenían “relegada” a mi carrera. Solo pasé algunos meses por Macul, en un proceso de transición, cuando la dictadura decidió sacar las carreras de pedagogía de la universidad. En ese paso no logré reconocer a mi viejo Pedagógico.
Hoy he vuelto, después de un largo periplo por muchas experiencias en el trayecto que he hecho como profesora, en las escuelas, la academia, el ministerio, en consultoras, incluso un organismo internacional. Estoy aquí de nuevo.
Durante las primeras semanas me pasó algo muy especial, me reencontré con el Pedagógico de mis primeros años; y durante esos días en todos los espacios que anduve estuvieron presentes los compañeros, los amigos, los profesores de esos años. Era como si en cada lugar estuvieran presentes, como una especie de fantasmas que se paseaban, conversaban, estaban aún aquí.
El otro día conversé con Félix, un estudiante, le conté que yo había estado en este mismo lugar hasta el 11 de septiembre del 73 y que volver ahora, a la tarea que vengo y en el momento que esto ocurre me hace sentir algo muy especial. Su comentario me explicó todas las emociones que he sentido en este tiempo y le da un nuevo sentido a este comienzo:
– Tal vez – me dijo- vienes a hacer “la pega” que te quedó pendiente…
Y creo que eso es, tengo la oportunidad que muchos no han tenido, vengo a hacer “la pega” que nos hicieron dejar pendiente. Para eso he recobrado la energía y la alegría de aquellos años, vuelvo a soñar con una educación que dé las oportunidades a las que todos tienen derecho. Y para eso vengo a poner a disposición de mi Pedagógico la experiencia acumulada para contribuir a la formación de los profesores y profesoras para un país mejor.